martes, 17 de marzo de 2015

Serendipia

Quizás debería contar la historia y hacerla bonita, pero me parece muy triste ironizar con lo bonito de los finales porque de ser bonito seguramente no seria un final.
Me sentí etérea a su lado, el primer día que le vi quise abrazarle y no soltarle ya mas. Yo que creía que el amor, como los besos, mucho mejor si mas lento y sin embargo aquella noche no paraba de beber cerveza porque el alcohol me deshinibe y me vuelve elocuente, y yo quería sorprenderle hasta follarle o follarle hasta sorprenderle.
No me miró mucho. Me dio igual. Tuvo que frenarme, yo le habría llevado sin frenos a estrellarnos juntos un millón de veces. Menos mal, supongo, cuando soy una espiral necesito que alguien me eche el freno. Aunque prefiero preferirle a necesitarle, la verdad.
Desde entonces me vuelve elocuente su risa, aunque sigo bebiendo cerveza porque solo puedo imaginarla. Yo que me pierdo en cualquier barba, hoy solo necesito la suya. Aunque me refugie en otras no se si para matar la soledad o las ganas de estar sola hasta que sea el quien me mate a besos. Y no le entiendo, y me fascina no entenderle aunque odie lo que imagino. Me odiaría más a mi misma si un día me descubriese perdiéndome cualquiera de sus rincones. Cerebro sexy el suyo.
La cosa es que se ha ido y ha dejado un rastro iridiscente, un charco de babas cuando asoma su recuerdo y cierta la nostalgia. Y supongo que eso no es malo, solo da nostalgia aquello que guardamos con cariño, los lugares a los que queremos volver. Y supongo que eso es el, añorar cosas que jamas sucedieron, desear lo que no pudo ser y pensar en lo que podría haber sido.
Algo de mi se ha muerto contigo,
donde quisiera estar el resto que me llevo.

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