sábado, 29 de octubre de 2011

¿No os parecen raras las tardes de sábado? Yo antes las pasaba entre nervios y montones de ropa. Me miraba en el espejo y veía la cara de la felicidad, si alguien hubiese podido verme en ese momento me habría preguntado ¿A qué huelen las nubes? Llegaba la noche y era tan corta que no acababa nunca. Entre sábanas y Los Piratas nos hacíamos promesas que no valen nada, qué triste homenajear de esa forma a nuestro grupo, porque lo quieras o no, Los Piratas siempre serán algo nuestro.
Pero ahora ya no. Ahora las tardes de sábado me aburren y hago cosas tan extrañas como echarte de menos. Me cambias por indiferencia lo que antes era algo eterno, y yo eso no lo acepto. Lo eterno por denominación nunca se acaba. Confiesa. ¿Amigos? Sí, ya.

1 comentario:

  1. He leido esta entrada y me gusta como escribes. Encierran muchos sentimientos y haces que me acuerde de una persona especial... Y no he parado de darle a 'entrada antigua' hasta que he llegado al principio... Ojalá hubieras empezado a escribir antes, para poder pulsar aún más veces. Un saludo :)

    ResponderEliminar

Pestañeos