sábado, 10 de octubre de 2015

Radiografía

M fue el primero en entrar en mi cama desnudo. También quise que fuese el último. Se me metió en el alma con 17 años y echó raíces tan fuerte que aún hoy, con 27 me eriza la piel su recuerdo. A veces pienso que nunca nadie me a volver a tocar así por dentro. Me destrozó, y yo que quietecita nunca estuve más guapa le jodí la vida con V. Y ya de paso me la jodí yo. V fue un error de los graves, de los que te persiguen. Fue el gintonic anterior al coma etílico. Saltaba de cama en cama y en cada salto hundía más mi amor propio, que quizás más que propio era un poco suyo. Es un cáncer y y aún sigo con quimioterapia. Me llevó a conocer las partes tóxicas de mi misma, a vomitar mirándome al espejo y verle reflejado. A odiarme y a odiarle. Él fue mi primer odio. Es curioso que nadie recuerde su primer odio y demos tanta importancia a nuestro primer amor. él me hace sentir cosas tan feas que mi yo adolescente se pondría llorar si me viese. Su sola existencia me parece un insulto.
V también influyó en D. D fue un soplo de aire fresco, me llenó los pulmones de vida cuando yo pensé que nunca más iba a poder respirar. Me hizo reír y volver a creer en la gente. Me llenó de orgasmos y de autoestima, me cantó canciones después del sexo y eso sí que era una gozadera. Y me empezó a odiar por el pasado que quizás era presente o quizás todo a la vez. Ahora está lejos, pero antes de irse me llamó PUTA tan fuerte que me lo creí y desde él no ha habido nadie más. Tampoco me apetece que haya.
Y bueno, aquí sigo, sola. Sola por elección.

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